En 1976, una mujer llamada Shere Hite revolucionó la forma de pensar sobre el sexo y particularmente sobre el orgasmo femenino al publicar su obra «El informe Hite«, en el que proponía que las mujeres lo experimentaban de forma distinta durante la estimulación del clítoris que durante el coito y que a nivel físico se sentía más bien en el la zona del pecho. A este, lo llamó orgasmo emocional.

Después de analizar información de más de 3,000 mujeres, Hite concluyó que el «orgasmo» experimentado durante el coito, no tenía que ver tanto con sensaciones en la zona genital si no con sentimientos de cercanía y compenetración con el otro. Algunas de las descripciones de la experiencia fueron: unión espiritual, sensación de tenerle dentro real y metafóricamente o simplemente comunión. Muchas de ellas afirmaban sentir una opresión en el pecho que podía estar acompañada de sensación de ahogamiento. Gritar, jadear o llorar, les servían para liberar esa tensión en el diafragma.

La principal responsable de este tipo de orgasmo es una hormona llamada oxitocina, que facilita la creación de vínculos afectivos. Cuando nos encontramos en una situación sexy y comienzan los abrazos, las caricias y los besos, en el cerebro aumentan los niveles de esta hormona, también llamada «del amor», que se disparan a medida que crece la excitación sexual.

Si bien el orgasmo emocional es importante, no lo es menos el clitoriano. Una mujer puede alcanzar ambos si tiene una conexión especial con su pareja y se da la estimulación correcta. Recuerda que el orgasmo es de quien lo trabaja.