Si quieres que al cumplir cuarenta la piel de tu rostro no refleje las cuatro décadas que llevas en este planeta, es importante que empieces a cuidarla ya. No importa si estás en los veinte o si ya rebasas los treinta, aún estás a tiempo de ganar la batalla. Para ello lo más importante es que conozcas a los enemigos de tu piel y sepas cómo neutralizarlos. Aquí tienes 4:

Tabaco

La nicotina, uno de los 4 mil componentes que se encuentran en el humo del cigarro, tiene un efecto vasoconstrictor, lo que dificulta que llegue oxígeno a las células de la piel, incluidas las del rostro. Además, fumar genera radicales libres que alteran la calidad y cantidad de elastina y colágeno, sustancias que ayudan a la firmeza de la piel. Y por si fuera poco, el contorno de la boca se arruga por el gesto de la boca con cada calada. En resumen, el tabaco es uno de los más grandes enemigos de la piel y la forma de combatirlo es no consumiéndolo y alejándote de los ambientes llenos de humo.
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Rayos ultravioleta (UV)

La excesiva exposición a la luz del sol sin protección permite que los rayos UV penetren las capas exteriores de la piel y lleguen a las más profundas. Esto afecta la producción de colágeno e inhibe los mecanismos de regeneración de la piel. El bloqueador solar es tu aliado para prevenir ese daño y para ello lo ideal es que lo apliques diario antes de salir de casa. En los días más soleados, también puedes valerte de un sombrero de ala ancha.
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Alcohol

Beber ocasionalmente una copa no supone mayor riesgo pero excederte en el consumo y hacerlo con regularidad puede traducirse en una piel cansada, opaca y debilitada. Cuando bebes, los niveles de oxígeno en la sangre se reducen, lo que inhibe la producción de colágeno. Además, bajan los niveles de vitamina A en el organismo, lo que se traduce, entre otras cosas, en resequedad de la piel. Una buena forma de ayudar a controlar esos daños es manteniéndote hidratada bebiendo un vaso de agua por cada copa y reservar el alcohol solo para las ocasiones especiales.
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Estrés

El ritmo acelerado de vida y las preocupaciones pueden repercutir en la piel de tu rostro. Como respuesta al estrés, el cuerpo libera grandes cantidades de cortisol y adrenalina, lo que desencadena un desequilibrio hormonal que afecta a la piel ya que se inhibe la producción de colágeno. Para contrarrestar esos efectos es recomendable que aprendas técnicas de meditación y respiración de las que puedas echar mano cuando necesites relajarte.
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