¿Llevas tiempo masticando la idea de ir a terapia pero aún no te decides porque “no es para tanto”, “tú no estás tan mal” o “no es para ti”? Es probable que sea porque tienes algunas ideas erróneas sobre lo que significa ir con un psicólogo, así que vamos a aclarar algunas:

Solo «los locos» van a terapia
No tienes que haber sido diagnosticado con un trastorno mental ni estar sumergido en una crisis profunda para ir con un psicólogo. Si atraviesas una situación complicada o experimentas una emoción que te cuesta trabajo manejar, pedir ayuda profesional es una idea muy cuerda.

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Es un gasto innecesario
Todos y cada uno de los billetes que gastes en tu bienestar, son una inversión, no un despilfarro. Hay terapeutas para todos los bolsillos y muchos ajustan sus honorarios a las posibilidades del consultante así que el dinero no debe ser un pretexto.

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Una vez que empiezas, nunca terminas
No existe una regla, hay a los que les basta con unas cuantas sesiones y los que necesitan terapia durante meses o años, pero lo cierto es que la duración depende del trabajo interno del consultante. Además, toda buena terapia debe tener fecha límite. Lo ideal es que durante las primeras sesiones se establezca un programa de objetivos asignándoles un tiempo determinado.

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Es para los débiles
Se necesita de mucho valor y fortaleza para aceptar que hay un problema que nos rebasa y que lo mejor es pedir ayuda. Además, quien verdaderamente se compromete con la terapia, trabaja muy duro, todos los días, para lograr su crecimiento.

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Es lo mismo que hablar con un amigo
Tener una red de apoyo cercana es importante pero no es lo mismo que consultar con un profesional. Un terapeuta ha dedicado mucho tiempo a prepararse para poder entender los asuntos de la mente y las emociones y conoce herramientas y técnicas para tratarlos. Asimila lo que le dices de forma más objetiva y no te da consejos, te acompaña mientras identificas, enfrentas y cambias aquello que te está afectando.

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Y tú, ¿qué otros mitos sobre ir a terapia recuerdas?