A todos nos cuesta admitirlo… Ayer teníamos 18 años y un montón de locuras en la cabeza y hoy…¡¡Las responsabilidades nos invaden!! (Y los años…no nos engañemos) ¿Esta lista de cosas te resultan muy, muy familiares? Entonces…¡efectivamente estás madurando!
Resacas eternas.
¿Te acuerdas cuando te pasabas de copas y al día siguiente soportabas una comida familiar con primos, tíos, abuelos, unas cervezas después y si se daba, una salida tranquilita con tus colegas? ¡¡Eso ya no pasa!! Una fiesta con sus correspondientes copas se traduce en un día entero en la cama pensando que algo muy malo hiciste en otra vida para merecer hoy eso…
Planificas el fin de semana
entorno a tus obligaciones y no a las fiestas. Ir al gimnasio y cuidarte es una de ellas. ¿Te acuerdas de esas eternas semanas pensando dónde ir el sábado o qué modelito estrenar? ¡¡Nunca más!! Ahora piensas en el fin de semana y te viene a la cabeza… descansar, limpiar, ir al gimnasio, cine, teatro… ¡¡¡Nada que ver!!
La nevera está llena
Y no de cerveza y pizza. Esos días han pasado, en tu nevera hay fruta, verdura, pescadito… ¿Pizza? ¿Qué es eso? ¿Solo cerveza? Ahora siempre tienes un buen vinito para visitas inesperadas… ¡¡La era de la cerveza por litros se ha terminado!!
Ahorras
Y eso es una consecuencia directa de salir menos. Tu cuenta ya no está en color rojo sangre a mitad del mes. Ahora incluso tienes ahorros… ¡¡Piensas en imprevistos que no son salir un jueves por la noche!! ¡¡La madurez está ganando!!
No te enteras de nada.
Si sí, esta es la prueba definitiva. Si, de repente, te cruzas con unos adolescentes hablando de apps que no sabes qué son ni tenías la mínima idea de su existencia, de móviles de última generación que no entiendes, de redes sociales que te suenan a un juego chino de la consola… ¡¡No hay vuelta atrás!!
