Seguramente alguna vez has leído o escuchado a alguien pronunciar esta máxima de las relaciones de pareja:

Hay que resolver los conflictos antes de dormir. Nunca hay que ir a la cama enfadados.

Adaptado de la cita bíblica «no dejes que el sol se ponga sobre tu ira«, es un consejo muy popular que, ¿debemos seguir?

Neurocientíficos de la Universidad de Massachusetts Amherst realizaron un experimento para estudiar más a fondo esta recomendación. Reclutaron a un grupo de voluntarios a los que mostraron una serie de imágenes de eventos violentos. Volvieron a enseñárselas 12 horas más tarde, a algunos después de una noche de sueño y a otros luego de un día de trabajo. Observaron que aquellos que se habían ido a dormir, reaccionaban de nuevo con emociones negativas, a diferencia de aquellos que se habían mantenido despiertos. Los investigadores creen que esto se debe a que al acostarnos tras un enfado, interrumpimos el proceso de aceptación de una situación que nos incomoda y el sueño «protege» esa respuesta emocional.

Si bien la conclusión del estudio es que lo mejor es resolver los conflictos antes de ir a la cama, hay ocasiones en que lo recomendable sí es esperar hasta la mañana siguiente. Especialmente si tú y tu pareja están enfrascados en una discusión que no avanza. Por querer cumplir la regla de no dormir enfadados, es posible que la solución que encontréis a las tantas de la madrugada sea más bien un pretexto para poder por fin acostarse. Antes de llegar a eso, es recomendable hacer una pausa para reconocer que no están alcanzando un acuerdo y que es mejor buscarlo a la mañana siguiente, una vez que ya habéis descansado.