Te despiertas a medianoche. Das vueltas en la cama pero no consigues volver a conciliar el sueño. Enciendes la televisión y pasas por todos los canales. Nada atrapa tu atención. Piensas en todos los asuntos que tienes que tratar por la mañana y se te abre un hueco en el estómago. Te levantas y vas a la cocina. Pasas de largo junto a las frutas y verduras y llegas a la nevera. Lo abres y sacas el trozo de pastel que sobró ayer…
¿Te suena familiar esta escena? ¿Alguna vez te has levantado en medio de la madrugada a comer? Si te ha sucedido esporádicamente, no hay mayor problema. Si te pasa varias noches a la semana, tal vez padeces el síndrome del comedor nocturno.
Conocido como NES por sus siglas en inglés (Night Eating Syndrome), el síndrome del comedor nocturno es un trastorno de la alimentación que se caracteriza por una alteración en el patrón circadiano de ingesta de alimento. Es decir, un desorden en los horarios de comida. Se caracteriza por:
- Falta de apetito por las mañanas
- Ayuno durante gran parte del día
- Necesidad imperiosa de comer por la noche
- Despertar a medianoche con apetito
- Creer que es necesario comer para conciliar el sueño
Las investigaciones han demostrado que este trastorno suele estar asociado a desórdenes hormonales. Un reciente experimento del instituto de estudios biológicos Salk (California, EU), propone que también puede deberse a una alteración genética. Además, los estudios lo relacionan con niveles de estrés elevados, ansiedad y conflictos emocionales. Se estima que afecta hasta al 2% de la población y que puede conducir al sobrepeso ya que las personas que lo padecen eligen alimentos poco saludables y ricos en calorías.
Los atracones nocturnos afectan a la calidad del sueño ya que al despertar para comer, se interrumpe el ciclo de descanso. Además, acostarse después de comer altera el proceso de digestión y puede provocar agruras y acidez estomacal. La falta de descanso también puede interferir con el estado de ánimo y los niveles de motivación.
Muchas personas no le dan la importancia debida a este trastorno asegurando que lo suyo es «un hábito». Lo cierto es que si se presentan los síntomas, es importante consultar con un especialista que indique un tratamiento adecuado ya que este padecimiento afecta considerablemente la calidad de vida. Es necesario encontrar los orígenes de la ansiedad que despierta el apetito, aprender a manejar los niveles de estrés y establecer horarios fijos de comida repartiendo la ingesta calórica de la siguiente forma:
- Desayuno = entre 20 y 25%
- Comida = entre 35 y 40%
- Colaciones = entre 10 y 20%
- Cena = entre 15 y 25%