Como si fueran píldoras mágicas con poderes sanadores, millones de personas se atiborran todos los días de suplementos vitamínicos que les hacen sentir «saludables».

«Yo tomo vitamina C todas las mañanas para evitar la gripe.»

«Yo prefiero un multivitamínico que además me da energía.»

«Yo no tomo pastillas, solo mi calcio.»

Lo más grave del asunto es que las toman sin consultar previamente a un médico y sin saber si realmente las necesitan, lo que por cierto, es muy poco probable. Necesitamos las vitaminas y minerales en cantidades muy pequeñas y es muy raro que una persona sana presente un déficit. Si llevas una dieta equilibrada, no necesitas suplementos.

Tomar complejos vitamínicos sin supervisión médica puede ser incluso peligroso. Las hidrosolubles (que se eliminan a través de la orina) como la C y las del grupo B, pueden dañar los riñones. Las liposolubles (que se acumulan en los tejidos grasos) como la A, D, E y K, pueden ocasionar hipervitaminosis acumulación excesiva de vitaminas que puede ocasionar diversos problemas de salud. Algunos de ellos son daño hepático, náuseas, dolores de cabeza, vómitos y malformación del embrión en las mujeres embarazadas.

Solo hay algunos casos en que se recomiendan ciertos suplementos y siempre que sea por sugerencia médica:

  • Durante el embarazo y la lactancia ya que las necesidades aumentan
  • Niños y adolescentes que no lleven una alimentación variada
  • Mayores de 65 años
  • Cuando alguna condición médica provoque deficiencia o mala absorción de los nutrientes.

Recuerda que no hay fórmulas mágicas para cuidar la salud. La que verdaderamente funciona es simple: aliméntate sanamente y haz ejercicio con regularidad.