¿Dónde dejé el recibo?
¡Chin! Se me olvidó la cita con el dentista
¿Qué voy a comer hoy?
¡Ay! ¡Qué pereza!
Las anteriores son ejemplos de frases que tal vez has pronunciado en voz alta sin que hubiera alguien más en el mismo sitio. En ocasiones cuando alguien por la calle va hablando solo te causa curiosidad y gracia pero, en la intimidad de tu casa ¿en verdad no hablas contigo? Decir cosas para nosotros mismos cuando estamos solos (o acompañados) es una práctica muy común. No hay nada de anormal en ello y puede ser que incluso resulte benéfico.
Una investigación realizada en las universidades de Pensilvania y de Wisconsin en Madison, concluyó que hablar solo mientras se buscan objetos específicos ayuda a localizarlos más rápido. Esto se debe a que las palabras ayudan a activar la información visual en nuestro cerebro y eso provoca que nos sea más fácil ubicar el objeto en un espacio determinado. ¿Has probado buscar a Wally después de repetir su nombre en alto?
Hablar en voz alta también aporta otros beneficios. Al momento de estudiar puede ayudar a una mejor memorización ya que los sentidos de la vista y el oído están utilizándose para ese fin. Además, la repetición de mantras en voz alta, como se hace en algunas filosofías orientales, ayuda a la concentración y relajación.
Charlar con uno mismo puede tener impacto sobre la autoestima. Todos tenemos un diálogo interno y estamos en constante comunicación con nosotros mismos. Si te equivocas en algo y te dices en voz alta ¡Qué tonto!, esa frase tiene un efecto negativo sobre tu autopercepción. Si por el contrario, te felicitas cuando logras algo, el efecto es positivo. Revisa qué tipo de frases te dices más a menudo. Fomenta las que sean de aliento y repítetelas tan seguido como quieras. Recuerda que tú eres responsable de tu bienestar.