Las fobias son uno de los trastornos de ansiedad más comunes y se describen como un intenso temor irracional ante situaciones o cosas que se perciben como una amenaza (aunque objetivamente no lo sean). La Sociología también utiliza el término, especialmente como sufijo en palabras que describen un odio o aversión extremos. Las fobias y miedos extremos son un problema de salud mental real que afecta a más de 19 millones de estadounidenses de 18 años en adelante (9% de la población).
Taquicardia, falta de aire, temblores, pánico y un intenso deseo de huir son parte de lo que se experimentan cuando una persona se encuentra frente al objeto o situación que alimenta sus miedos. Hay muchos a los que, la simple idea de enfrentar el momento los llena de terror.
Algunos de los miedos más comunes son:
A las alturas.
¿No soportas la idea de subir a la azotea? ¿Prefieres caminar kilómetros antes que subir a un puente peatonal? La acrofobia o miedo extremo a las alturas, afecta a entre un 3 y un 5% de la población. Diversos estudios han encontrado que los acrofóbicos pueden tener un problema al calcular las alturas. Una investigación británica encontró que perciben hasta 12 veces más alto un edificio de lo que en realidad es.
A otros.
¿Te molesta la idea de hablar en público? ¿No te sientes cómodo en las reuniones concurridas? ¿Te preocupa mucho el juicio de los demás? La fobia social es una de las más comunes. Según registros del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados unidos, afecta a más de 15 millones de estadounidenses.
A la oscuridad.
La escotofobia (temor a la oscuridad) es una de las principales causas de insomnio y se sospecha que tiene relación con lo inesperado y el poco control que se siente en un ambiente sin luz. Los niños pueden imaginar todo tipo de situaciones en la oscuridad, de monstruos que los secuestran a ladrones de sus juguetes que pueden desencadenar ataques de ansiedad. Este miedo generalmente desaparece con el paso del tiempo pero en algunas ocasiones es necesario recurrir a terapia para superarlo.
A los rayos y truenos.
Diversas fobias involucran fenómenos meteorológicos pero sin duda la más común es la brontofobia o miedo a los rayos y truenos. Es frecuente en los niños y generalmente desaparece durante la adolescencia pero en algunos permanece aún durante la etapa adulta. Las personas que la padecen buscan aminorar el miedo escondiéndose en algún sitio, generalmente más al centro de la casa, en donde estén más alejados del sonido y efecto visual de una tormenta.
A los perros.
Aunque muchos los consideran los mejores amigos del hombre, otros tiemblan ante la idea de pasar cerca de un perro. Cambiarse de acera, no atreverse a cruzar una calle y alejarse lo más posible de un can son algunas de las acciones que lleva a cabo una persona que teme a los perros. Este miedo generalmente se desarrolla después de haber sido mordido por un perro o por imitación a los padres si es que ellos les tienen miedo.