Sí, preguntas del millón hay varias, muy conocidas las de «¿Qué harías si supieras que te vas a morir mañana?» o «¿Qué te llevarías a una isla desierta?«, pero esta puede llegar a ser la nueva pregunta del millón: «¿A quién le dejarías tus contraseñas de internet?«.
En efecto, en la red hay información y recuerdos personales en diferentes formatos. Hemos recopilado información, fotografías, vídeos y/o música y si nos ocurriera algo, ¿qué pasa con esa información? ¿circula errante por la red? ¿se pierde para siempre?. No. La nueva tendencia es incluir esta información en el testamento y alguien de tu elección pasa a ser tu heredero digital. Es el nuevo propietario de nuestras contraseñas e incluso de nuestras póstumas instrucciones ya que el que más o el que menos puede tener algún secretillo por ahí…


No solamente hay que tener intereses financieros o laborales para plantearse un legado de este tipo. El valor emocional de todos estos datos recopilados es muy importante, consideramos esta información como el equivalente a nuestra identidad. Además muchos no la conservan en otro sitio o formato (¿fotos en papel?) y si lo pensamos, tenemos la sensación de dejar un agujero negro tras nosotros, como si no hubiéramos existido. Todo o mucho sobre nosotros está ahí.


Es normal que en la era tecnológica y de Internet tengan que cambiar o adaptarse a ello todo tipo de cosas, como es el testamento en este caso y el significado y formato de nuestro legado. El baúl del bisabuelo se ha extinguido ahora viene en formato digital.
Ya hay abogados especializados en derecho de sucesiones y nuevas tecnologías. También empresas dedicadas a almacenar y liberar esta información cuando llega el momento, como es deathswicht, cuyo slogan dice «No mueras con secretos que necesitan ser liberados«. Dejas tu información a buen recaudo y cada cierto tiempo te piden una contraseña, si dejas de responder la información es liberada según tus instrucciones.