Seguramente alguna vez has observados los dedos de tus manos, notando que la superficie de las yemas está llena de relieves. Estos, que técnicamente se llaman crestas y surcos son los que hacen que la impresión de tus dedos sea única. Sí, como bien sabes, nuestras huellas dactilares permiten identificarnos porque son diferentes a las del resto de las personas. Pero, ¿qué tanto conoces sobre ellas? Revisemos algunas curiosidades.

Para el sexto mes de gestación, las huellas de pies y manos están completamente formadas. La composición del líquido amniótico y nuestros propios movimientos, son los que determinan el diseño. Es por esto que ni siquiera dos hermanos gemelos a pesar de compartir ADN, tienen huellas iguales.

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Tenemos las mismas huellas desde antes de nacer y hasta mucho tiempo después de que hayamos muerto. No se modifican con el paso de los años y es muy difícil y doloroso cambiarlas. Muchas veces, el proceso ni siquiera funciona porque una vez que la yema cicatriza vuelve a aparecer el patrón de siempre.

Si un koala cometiera un crimen, posiblemente la policía lograría encontrarlo. Estos marsupiales también tienen crestas en los dedos y de hecho, sus huellas son prácticamente iguales a las de un humano. Es difícil notar la diferencia, incluso con un microscopio.
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Dactiloscopia es el nombre de la ciencia que se encarga de estudiar y clasificar las huellas de los dedos. El primero en analizarlas como algo distintivo de cada persona fue el inglés Francis Galton a finales del siglo XIX. Actualmente el gobierno de cada país cuenta con una base de datos con las huellas de sus ciudadanos.

Aunque hay individuos que no figuran en los registros oficiales porque no tienen huellas dactilares. Una mutación en el gen SMARCAD1, que afecta al cuarto cromosoma, hizo que nacieran con una condición llamada adermatoglifia.
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