Tenemos buenas noticias para todos aquellos que dicen que entender a una mujer es el arte más complejo que existe. Dicen estudiosos del tema como Albert Mehrabian y James Borg, que cuando sostenemos una conversación cara a cara con alguien, las palabras son solo el 7% de la comunicación, el 93% restante se divide entre el tono de tu voz (38%) y las expresiones corporales (55%). Sí, los gestos, posturas, expresiones faciales y hasta movimientos de los ojos, dicen mucho más de lo que creemos.

Aprender a interpretar el lenguaje corporal te da herramientas para no quedarte solo con una pequeña parte de su mensaje. Así que si quieres de una vez por todas entender a las chicas, presta atención a lo siguiente:

Gestos que «desafían a la gravedad» como alzar las cejas o los dedos de los pies, indican que está feliz.

Si se siente incómoda, sus brazos estarán tensos y muy cerca de su cuerpo, si está cómoda, los moverá más al hablar.

Si se siente inquieta o estresada, probablemente pestañeé más rápido.

Si sus pupilas se dilatan al verte, es muy probable que le gustes ya que esta es una señal de que el sistema nervioso automático está acelerándose. En el siglo XVI las cortesanas se aplicaban gotas de belladona en los ojos para provocar dilatación y así dar la impresión de estar excitadas.

Jugar constantemente con su pelo puede indicar que se siente atraída por su interlocutor. Los evolucionistas sugieren que ese movimiento, además de ayudar a presumir una cabellera sana, es para mostrar su cuello, zona erógena por excelencia, y exponer al otro a su aroma natural a través de la axila.

Humedecerse los labios también es señal atracción ya que una de las manifestaciones de la excitación sexual es la sensación de sequedad en la boca.

Si está molesta es probable que desvíe la mirada y cruce sus brazos aunque esto también puede ser indicio que de tiene frío.

Es importante que tomes en cuenta que estas interpretaciones son solo una guía y que no puedes dejar de lado el contexto. Es muy importante también que recuerdes que estás leyendo su cuerpo, no su mente. No sea que por verla humedecer los labios pienses que te está pidiendo un beso y al dárselo recibas una cachetada de vuelta.