Si nunca has cantado a todo pulmón mientras te bañas corre a tomarte el pulso porque es probable que lo hayas perdido hace tiempo. Pocas cosas en la vida son tan divertidas, enriquecedoras, saludables y simples al mismo tiempo, como agarrar el champú de micrófono y entonar una estrofa de tu canción favorita mientras te enjabonas. No importa si tu talento es nulo o el sonido de tu voz es más estruendoso que el ruido de un silbato de plástico, en tu baño suenas mejor que el mismísimo Pavarotti. El caer del agua se convierte en el público que te aclama confirmando así que tú naciste para cantar…en la ducha.
Ya sea que tengas altavoces en el baño y te acompañes con música de fondo o que lo tuyo sea a capella, los cinco minutos que debe durar un baño bastan para que cantes completa tu canción favorita y ves cómo tu salud lo agradece ya que al hacerlo:
Bajan tus niveles de estrés
Al cantar inhalamos y exhalamos más oxígeno lo que reduce la ansiedad.
Mejora tu circulación sanguínea
Es una actividad aeróbica que ayuda a oxigenar la sangre y reducir la presión.
Te pones de buen humor
Provoca que se liberen hormonas asociadas al bienestar y el placer como la oxitocina y la dopamina.
Seguramente alguna vez has escuchado la frase “yo solo canto en la ducha”. Las personas que la dicen probablemente han comprobado que en el baño nuestra voz se escucha mejor que en cualquier otro sitio de la casa. Pero, ¿por qué es así?
Las superficies duras y lisas, como los azulejos de un baño, absorben muy poco el sonido por lo que las ondas sonoras se reflejan por las paredes incrementando así la intensidad del sonido. Además, algunas ondas viajan más lejos que otras y tardan más en llegar a nuestro oído. El sonido permanece más tiempo en el aire lo que lo enriquece en un efecto conocido como reverberación.