Se trata de un efecto psicológico (también conocido como Profecía Autocumplida) y se refiere a la manera en que nuestras expectativas (positivas o negativas) o las de los demás sobre nosotros, influyen en nuestro comportamiento y sus resultados. La manera propia o ajena de valorarnos o juzgarnos puede ser determinante en nuestros logros o nuestros fracasos. Si etiquetamos a alguien podemos determinar su comportamiento y el de los demás en esa dirección. Si alguien cree o no en nosotros, puede determinar nuestro éxito o fracaso ya que puede que nos motive y apoye, o no. Transmitir el miedo al fracaso o grandes esperanzas puede ser definitivo.
El experimento más famoso (Rosenthal y Jacobson) fue realizado con estudiantes y profesores. Se informó a los profesores acerca de la capacidad de ciertos alumnos (pero no de todos los alumnos con esa misma capacidad) y vaticinaron que serían los de mayor rendimiento, los profesores se comportaron con esos alumnos en base a lo que esperaban de ellos (les prestaron más atención y los motivaron más) y efectivamente obtuvieron los mejores resultados , pero los otros alumnos con la misma capacidad, no.
Independientemente de lo que piensen los demás de ti, finalmente está en tus manos, ya sabes, cambia el «no puedo, no puedo» por el «¡sí que puedo!» y el resultado puede ser el que tú desees. «El que la sigue la consigue«, para bien o para mal, viene a ser una lectura de este efecto.