Hay personas que a pesar de no padecer un trastorno físico, emocional o psicológico que los limite en ese terreno, no gozan plenamente su sexualidad. Muchas veces, los responsables de ese escaso placer no son otros que los malos hábitos sexuales que han adquirido y perpetuado. Revisemos algunos de los más comunes:

Saltarse el juego previo

Ir directo al grano es uno de los vicios que nos ha heredado el porno. Además de acercar emocionalmente a la pareja, los besos y caricias nos ayudan en la preparación física para el encuentro, especialmente a las mujeres ya que contribuyen al proceso de lubricación.

No atreverse a experimentar

Hay parejas que solo tienen dos o tres posturas y dos o tres estilos de beso, lo que hunde su vida sexual en la monotonía. Probar cosas nuevas, jugar, arriesgarse, divertirse, aventurarse, ayuda a mantener la chispa encendida.

Ser un egoísta sexual

Hay personas que se concentran solo en su placer y se olvidan de que están junto a otro ser humano. El amante perfecto toma en cuenta las necesidades de su pareja, las coloca junto a las suyas y busca la manera de satisfacer todas, en equipo.

No hablar

Tener una buena comunicación antes, durante y después de la relación sexual, puede marcar una diferencia importante en el disfrute. La falta de confianza o las propias inhibiciones que impiden hablar sobre lo que gusta y no en la cama, son una barrera que se interpone y no permite el goce pleno.

Mentir

«Estuviste maravilloso», «sí, me encantó eso que hiciste«, «claro que lo gocé«. Hay quien no se atreve a ser honesto en la cama con tal de no herir o enojar a su pareja, sin tomar en cuenta que muchas veces esas «mentiras piadosas» mandan un mensaje equivocado e invitan al otro a seguir haciendo esas cosas que no gustaron, provocando así un círculo vicioso de insatisfacción.