En un mundo en el que se alaban los valores de la juventud y se desprecia lo que asociado con la vejez, pocos tienen ganas de crecer. Sin embargo, hasta el momento no se ha descubierto la fuente de la eterna juventud y es imposible detener el tiempo. Además, no deberíamos desear hacerlo ya que con la edad llegan los años más felices…

Es verdad que con los años vamos perdiendo la agudeza mental, los atributos físicos y la vitalidad. Sin embargo, el paso del tiempo nos trae algo que anhelamos durante toda nuestra vida, la felicidad. Esto es conclusión de una serie de estudios que se han venido realizando durante los últimos años llegando más o menos a la misma conclusión. A lo largo de nuestra vida, la felicidad sigue una curva en forma de «U». Entre los 18 y los 25 años está arriba, baja cuando nos acercamos a los 50 (¿te suena la «crisis de la mediana edad»?) y vuelve a ascender a medida que vamos envejeciendo para llegar a otro pico a los 80.

felicidad

Cuando somos jóvenes y estamos entrando a la vida adulta, más o menos en los años de la universidad, estamos llenos de energía y todo son experiencias nuevas. A medida que vamos creciendo y llenándonos de responsabilidades, comienzan las dudas y frustraciones existenciales. ¿He desperdiciado mis mejores años? Si me hubiera dedicado a otra cosa, ¿sería más feliz? Conforme seguimos avanzando, empezamos a valorar más aquello que sí conseguimos y mejoran nuestras habilidades para lidiar con las dificultades de la vida.