La noche de Brujas está a la vuelta de la esquina y la temporada se presta perfecto para ver películas de terror, decorar la casa u oficina, conseguir disfraz para la fiesta a la que nos han invitado y asustar a más de uno. Muchos esperan con emoción estos días durante todo el año y otros tantos desean que pasen rápido porque aborrecen la fecha. De los amantes a los detractores de Halloween (samhainofóbicos), todos tienen en común la emoción característica de finales de octubre: el miedo. Y a todo esto, ¿qué es el miedo? 

El miedo es una emoción primaria que surge en respuesta a la percepción de un peligro real o aparente. Se manifiesta en humanos y otros animales y es un mecanismo de supervivencia y defensa que permite reaccionar con eficacia ante la amenaza. Cuando alguno de nuestros sentidos percibe un foco de peligro, el sistema límbico comienza a trabajar y la amígdala pone en marcha el sistema de alarma que se manifiesta en diversos cambios fisiológicos:

  • aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral
  • se detienen las funciones no esenciales
  • el corazón bombea a gran velocidad para llevar adrenalina a las células
  • la sangre fluye con mayor rapidez a las extremidades (por si hay la necesidad de huir)
  • se dilatan las pupilas y abren más los ojos para mejorar la visión

En las sociedades prehistóricas, el miedo fue clave para salvaguardar a los primeros hombres de peligros como depredadores o inclemencias del tiempo. De alguna manera fue un elemento vital en la supervivencia de la especie. Al igual que a ellos, el miedo nos ayuda en nuestro día a día ya nos ayuda a enfrentar las situaciones potencialmente dañinas. El problema del miedo es cuando se transforma en fobia, un trastorno de ansiedad que es un problema de salud mental real y suele deteriorar la calidad de vida de quien la padece.

Si eres víctima de un miedo exagerado que no te deja disfrutar de la vida, busca ayuda profesional para encontrar la raíz de ese temor y aprender a vencerlo.