Trish Staine es una corredora de Minnesota que se enteró que estaba atravesando el embarazo de su tercer bebé…el día del parto. Su marido se había realizado la vasectomía hacía tiempo y en los meses anteriores al alumbramiento, no ganó peso ni sintió los movimientos del feto. Un día antes del nacimiento, realizó una exhaustiva rutina de entrenamiento ya que se preparaba para un medio maratón. En las siguientes horas comenzó a sentir dolor en la espalda que crecía cada vez más. Cuando ya fue intolerable, acudió a la sala de urgencias pensando que se había roto un disco. Una vez ahí, los médicos detectaron un latido y la enviaron a la sala de maternidad.
La historia de esta mujer, que suena increíble, es más común de lo que pensamos. Otros casos de los llamados embarazos crípticos (nombre clínico de esta condición) han aparecido en diarios británicos, mexicanos, chilenos o españoles. En Estados Unidos incluso se realiza un programa de televisión realidad llamado «I didn’t know I was pregnant (No sabía que estaba embarazada)» que retrata situaciones similares. Pero, ¿cómo puede ser posible?
Ciertamente existen muchos síntomas comunes en el embarazo como ausencia de ciclo menstrual, aumento de peso y de volumen en el vientre, antojos, nauseas pero no todas las mujeres los experimentan y hay muchas que no los notan o los asocian a algo más. Alguien con sobrepeso puede ignorar los kilos de más o si el bebé está en la parte posterior de la matriz, no sentirlo. Hay también las que presentan flujo parecido al sangrado menstrual o confunden al bebé con un quiste o mioma.
Una teoría sobre estos embarazos propone que las mujeres que viven bajo mucho estrés, inhiben en el feto la producción de gonadotropina coriónica humana, hormona que libera el embrión para avisar al cuerpo de su madre que hay un nuevo inquilino. Si el bebé envía una señal muy débil, es probable que ella no lo note.
El caso de Trish tuvo un final feliz pero no siempre es así. El cuidado y la atención prenatal permiten vigilar la salud de la mujer y el feto. Los bebés de madres que monitorearon su embarazo suelen ser más saludables. Las visitas regulares al ginecólogo una vez que comienzas tu vida sexual y llevar un registro de tus ciclos menstruales son importantes para una buena salud reproductiva.