Vuelve a sonar el despertador, es la tercera vez en la última media hora y sabes que no puedes postergar más el momento de levantarte. Estiras la mano para apagarlo y sales disparado de la cama porque tienes que estar en la oficina en 15 minutos…
Si esta escena forma parte de tu vida cotidiana, temo decirte que no lo estás haciendo nada bien. Dormir es un proceso que nos ayuda a recuperar energías pero podemos echarlo a perder si no le damos importancia al momento de levantarnos. Este es un arte que podrás perfeccionar con estos consejos, para así sacarle el mejor provecho y salir revitalizado de la cama:
Tómate tu tiempo.
Incorporarnos demasiado rápido puede llegar a marearnos ya que el cambio brusco de posición provoca una disminución momentánea en la presión arterial (hipotensión ortostática), lo que hace más lento el flujo de sangre al cerebro. Lo ideal es primero sentarnos poco a poco y después, tras unos segundos, ponernos de pie. Pero antes de eso…
Estírate.
Flexionar y estirar las extremidades ayuda a desentumecer los músculos y lubricar las articulaciones tras varias horas de muy baja actividad. Es beneficioso también para activar el metabolismo y prevenir dolores musculares o contracturas durante el día.
Parpadea.
Hacerlo en repetidas ocasiones ayuda a hidratar la superficie del globo ocular y prepararlo para la luz. Evita frotarte los ojos para no lastimar la córnea.
Respira.
Para llenarte de energía, nada como hacer algunas respiraciones profundas a primera hora. Con ello oxigenarás tu organismo y recuperarás la vitalidad. Bosteza todo lo que puedas para permitir que el aire llene tu cuerpo. Ahora sí…
De lado y poco a poco.
Ya que te estiraste, parpadeaste y respiraste, llega el momento de abandonar el lecho. Lo mejor es colocarte de lado, encoger las rodillas y deslizar las piernas hacia el suelo. Después, con ayuda de tus manos apoyándose en el colchón, levanta el torso y siéntate. Con ello equilibras el peso que recibe cada vértebra. Manténte sentado unos segundos y ¡listo! a enfrentar un día más.
