Cuando se trata de los daños que ocasiona el tabaquismo, la tendencia es centrarnos en los problemas respiratorios asociados con la dependencia al cigarro (enfisema, cáncer de pulmón, sibilancias, disminución de la capacidad pulmonar, etc.) o en los relacionados con la garganta (tos crónica, cáncer de laringe, afonía, etc.) dejando de lado otras partes del organismo que se ven seriamente afectadas como el cerebro.

 

Cuando fumamos o cuando inhalamos humo ajeno si somos fumadores pasivos, la nicotina y otras sustancias viajan por el organismo. Al llegar al cerebro ocasionan una serie de reacciones que alteran la química cerebral, provocando una serie de transformaciones. Uno de estos cambios es el adelgazamiento de la corteza orbifrontal, área en la que se controlan los impulsos, el sistema de recompensa y la toma de decisiones.

Diversos estudios han encontrado una relación entre la adicción al tabaco y la pérdida de las funciones cognitivasDificultad para aprender nuevas palabras, pérdida de la capacidad de memoria y distracciones recurrentes, se dan con más frecuencia entre los fumadores. Una de las investigaciones más recientes que volvió a comprobar esta hipótesis se realizó en el King’s College de Londres con casi 9 mil personas.

Recuerda que el tabaco no solo te daña por dentro. Está comprobado que fumar asfixia las células de la piel haciéndote más propensa al envejecimiento prematuro y a desarrollar estrías o celulitis. Si eres hombre no creas que te salvas, también se ha encontrado relación entre el tabaquismo y disminución de la calidad del semen. Entonces, ¿vale la pena fumar? La principal dependencia al tabaco es la psicológica. Si quieres dejar de fumar, ¿por qué no pruebas a concentrarte en ello antes que tu cerebro se deteriore aún más?