El mundo de la sexualidad es muy amplio y hay prácticas para todos los gustos. Algunas de ellas, en las que el placer se obtiene mediante una actividad diferente a la cópula, se llaman parafilias. Una de estas, la emetofilia, se relaciona con el vómito.
Los emetofílicos encuentran excitante el acto del vómito, ya sea realizándolo ellos mismos o viendo/escuchando las arcadas de alguien más. Hay a los que les causa placer inducírselo a su pareja y los que disfrutan cuando les vomitan encima. Se le conoce popularmente como ducha romana por la falsa creencia de que durante la época del imperio romano, los asistentes a los festines se inducían el vómito para seguir comiendo.
La mayoría de las parafilias se consideran inofensivas a excepción de aquellas que producen un daño a terceros, nosotros mismos o tienen un carácter desmesurado u obsesivo. La emetofilia puede ser peligrosa ya que vomitar de forma recurrente ocasiona daños en el esmalte de los dientes, las encías, el esófago y el estómago, además de aquellos asociados a la pérdida de agua y electrolitos.