Diariamente tenemos que tomar muchas decisiones y en esta era en la que disponemos de tantas opciones, el proceso puede llegar a ocasionarnos Fatiga de decisión. Esto puede ponerse peor cuando se trata de elegir un producto o servicio. En un supermercado por ejemplo, tenemos una cantidad enorme de opciones. Podría pensarse que disponer de un mostrador lleno de champús (cabello graso, muy graso, poco graso, sin tinte, con tinte, rizado, liso, medio rizado, medio liso, solo un poco rizado y muy liso, etc., etc., etc.) haría sentir feliz al cliente pero se ha demostrado que es todo lo contrario.
Esta confusión que crea la oferta tan variada es una realidad que enfrentamos todos los días entonces hay que encontrar la manera de tomar las decisiones más sabias. ¿Una sugerencia para hacerlo? Haz caso a tu cerebro emocional.
Científicos de la Universidad de Cornell han llevado a cabo varios experimentos para comprobar una hipótesis: las decisiones racionales están sobrevaloradas. En uno de ellos se contó con la ayuda de un grupo de estudiantes a los que les dieron a escoger entre dos autos. A la mitad de ellos se les entregó información detallada sobre las características de cada coche. Al resto se le pidió que decidieran basándose en sus emociones, es decir que eligieran el que más les gustara. ¿El resultado? Cerca del 70% de estos últimos se inclinaron por el que efectivamente era la mejor opción. Si como proponen estos científicos, dejar las decisiones cotidianas a las entrañas puede conducirnos a mejores resultados, ¿por qué no pruebas? Lo cierto es que el agotamiento intelectual será menor y así podrás preservar energía mental para asuntos en los que realmente la necesites.
¿Un tip? Si te cuesta decidir piensa ¿tomaría la misma decisión en un año? Esta distancia psicológica te hará tomar en cuenta lo que realmente es importante para ti.