Para las parejas de enamorados, el día de su boda es uno de los más importantes que les tocará vivir. Reunirse con amigos y familiares para celebrar su amor y reafirmar el compromiso de construir un proyecto de vida juntos, es una tradición milenaria que ha existido en diversas civilizaciones. La forma de celebrar este rito varía de cultura a cultura y por supuesto también lo hacen las supersticiones que lo rodean. Para nosotros, algunas de las más conocidas son:
Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, algo azul.
Quizá la más famosa de las supersticiones, se remonta a una vieja rima inglesa que habla de los elementos que debe llevar una novia para la buena suerte. Algo viejo para simbolizar la continuidad y conexión con el pasado. Algo nuevo para representar el optimismo y esperanza para la nueva vida que comienza. Algo prestado de alguien felizmente casado para atraer parte de esa dicha. Algo azul porque ese color suele asociarse con la fidelidad.
En martes, ni te cases ni te embarques.
El segundo día de la semana laboral está dedicado a Marte, dios romano de la guerra y la discordia, por lo que se consideraba una jornada poco adecuada para los asuntos muy importantes, entre ellos, por supuesto, algo tan trascendental como una boda.
Lanzarle arroz a los novios.
La vieja tradición de lanzarles granos a la salida de la ceremonia, se relaciona con deseos de fertilidad y prosperidad para la pareja. Hay sitios en los que el arroz se sustituye por dulces, higos, pétalos de rosa y hasta pompas de jabón.
No usar perlas.
En diferentes culturas, hay leyendas que relacionan a las perlas con las lágrimas. De aquellos que creían que se formaban por el llanto de criaturas mitológicas como las sirenas a los que afirmaban que eran lágrimas de la luna que caían al mar. Esta asociación ha provocado que se recomiende a las novias no utilizarlas el día de su boda, para evitar que el llanto las acompañe en la nueva vida que comenzarán.
La cola del vestido.
Esta tradición se remonta a la Edad Media y se dice que tenía un fin práctico: ir borrando las huellas de la novia para que no pudieran perseguirla los espíritus malignos. Después se convirtió en un símbolo de estatus, entre más larga era, mayor el estatus social de la novia.