Mirar para otro lado si se trata de educación sexual es habitual pero si se trata de la educación sexual infantil el silencio llega a ser «ensordecedor». Esto es un error. Esta actitud también es educar y no precisamente bien desde mi punto de vista. Hay quien piensa que se puede elegir dar una educación o no y esto es muy relativo en todos los campos pero especialmente en sexualidad, lo que podemos estar haciendo realmente es dar una mala educación ignorando o negando el tema.
¿Por qué educación para la seguridad vial y no educación sexual?
La vida de una persona es constante cambio, constante adaptación a ese cambio, constante estímulo y constante aprendizaje. Es en este contexto cuando afirmo que la educación sexual es un continuo que debe contar con una buena base y desde que nacemos empieza a formarse esta base.
Los niños tienen curiosidad por todo, por eso hacen preguntas y tocan todo, no podemos pretender que no lo hagan con aquello que tenga naturaleza sexual, de hecho, si nos paramos a pensarlo,
¿No sería lo raro y preocupante que no lo hicieran o que evitaran el tema?
La actitud de los padres o sus reacciones ante esta curiosidad va a ser determinante en la educación sexual del niño. Tanto si se ignora, se atiende o se castiga, se está proporcionando información al niño, mala o buena, pero ya es educación sexual.
Por tanto, estas actitudes influirán en la manera de percibir la sexualidad o lo referente al sexo por parte del niño. Puede que un niño no pregunte o muestre curiosidad por miedo a la reacción de los padres. Si se le ha regañado, insultado o ridiculizado ante alguna expresión de este tipo, temerá esta reacción.
Cuando se es consciente de esto y además tenemos en cuenta el aspecto preventivo en cuanto a riesgos de futuras conductas sexuales, creo que no hay duda de la necesidad de una temprana intervención.
La manera de abordar la sexualidad debe ser positiva para promover que se viva una sexualidad sana, libre y responsable en el futuro. Aunque es necesario hablar de lo que queremos prevenir, no hay que caer en teñir de connotaciones negativas la sexualidad.
La educación sexual es algo que se va transformando y se debe seguir impartiendo a lo largo de todo el ciclo vital (cambian los actores y las circunstancias, pero no el objetivo, una vida sexual plena y satisfactoria). Las probabilidades de éxito si se interviene desde el principio, en la niñez, son mayores. Aquellos padres que prohíben hablar o pensar de sexo a sus hijos están consiguiendo justo lo contrario que estos se obsesionen por este pero lo asocien a algo malo y se sienta culpables de desarrollar una faceta de su personalidad tan importante como la emocional, social o racional.