-Yo no salgo de casa sin haber tomado mi jugo verde. Le pongo apio, kale, jengibre, chía y jugo de naranja.
-¡Yo lo hago casi igual! Pero además le pongo una cucharada de hemp.
Hace algunos años, palabras como espirulina, quinoa, goji o acai, nos hubieran sonado muy extrañas. Hoy en día, gracias al boom de lo saludable, forman ya parte de nuestro vocabulario y les hemos concedido un carácter especial. Porque no son nombres cualquiera, lo son de los llamados superalimentos.
De tanto en tanto sale uno nuevo, con un nombre más raro, pero que supera a su predecesor. Entonces se vuelve el ingrediente consentido en smoothies, ensaladas o snacks, y estás out si no forma parte de tu dieta. Y es que no somos saludables solo porque nos interesa cuidar nuestro organismo, lo somos también porque es un estilo de vida que la mercadotecnia se ha encargado de asociar con el éxito. Además, el elevado precio de muchos de los superalimentos los coloca como productos de lujo y consumirlos da estatus. La validación total llega con reconocimientos como el de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) que llamó al 2013 Año internacional de la Quinoa, semilla que se come como cereal y aporta proteína que cualquier otro al tiempo que es fuente de potasio, calcio, hierro, zinc y magnesio.
Lo cierto es que además de la quinoa hay muchos superalimentos que han mostrado propiedades excepcionales. Otros ejemplos:
- Chía: 3 cucharadas aportan 10 gramos de fibra y 5 de proteína. Estas semillas pueden absorber agua hasta aumentar 10 veces su peso lo que ayuda a la sensación de saciedad.
- Hemp: Una variedad de la cannabis que aporta más proteína que cualquier otra semilla por lo que es una alternativa a los productos de origen animal. También es rica en vitamina E y zinc.
- Kale: También llamada col rizada es rica en fibra y pobre en calorías. Una taza contiene 5 gramos de fibra, 0 de grasa y 35 calorías lo que la vuelve aliada del proceso de digestión. Además es rica en carotenoides y flavinoides, dos potentes antioxidantes.
Pero lo que también es cierto es que en muchas de las investigaciones que respaldan los beneficios de algunos superalimentos, se usan concentrados de los nutrientes que superan por mucho las cantidades que se encuentran en ellos de forma natural. Además, la mayoría se cultivan en sitios lejanos. Esto los hace más caros y aumenta su impacto ambiental por el proceso de transportación.
Entonces, ¿es bueno consumirlos o no? Sí pero siempre y cuando formen parte de una dieta balanceada. El prefijo súper no les da poderes mágicos así que no esperes resultados milagrosos. Es importante también que prestes atención a todos los nutrientes que aportan. Hay algunos que además de ricos en proteína y micronutrientes, lo son en hidratos de carbono y grasas. Y mejor aún si eliges productos locales. Y tú, ¿consumes algún superalimento?