Hay personas para las que en el sexo, todo se limita al orgasmo. Pasan el tiempo esforzándose en conseguirlo. Si no lo alcanzan, se frustran. Si lo logran, creen que ha sido una relación satisfactoria. Hay incluso los que piensan que el clímax es el final y con él termina el encuentro.
En la otra cara de la moneda están los que creen que el orgasmo es prescindible y evitarlo resulta benéfico para la pareja. Sostienen que el buen sexo no está definido por el orgasmo si no por los sentimientos de relajación y conexión por el otro. Ellos, practicantes del método Karezza, aseguran que el sexo que es más afectivo que físico, eleva más los niveles de oxitocina, la llamada hormona del amor. El orgasmo promueve una liberación súbita de estos neurotransmisores y evadirlo provoca que esta caída sea gradual. Esto, señalan, los hace sentirse más revitalizados y llenos de energía después del sexo.
La palabra karezza proviene del italiano carezza que significa caricia. La primera en utilizarla para referirse a una práctica sexual en la que el énfasis está en el vínculo con la pareja, fue Alice Bunker Stockham. Esta doctora estadounidense promovía los derechos sexuales ¡a finales del siglo XIX! En la década de los treinta, su discípulo J. William Lloyd escribió El método Karezza, libro en el que explica los principios de esta práctica que tiene sus orígenes en el sexo tántrico y se centra en aspectos espirituales como la conexión con el otro.
En la actualidad, varios sexólogos recomiendan a sus pacientes la práctica de este método como una vía para acercarse como pareja. La primera idea es que el acto sexual comienza mucho antes que el coito. De hecho, como en el Petting, no es necesario siquiera llegar a la penetración. Lo más importante es estimular todo el cuerpo (no solo los genitales) con besos y caricias. Si el orgasmo llega, este debe ser visto como un paso más en el camino, no como la meta.
Y tú, ¿te apuntas a este método?