Por fin llegó el momento. Después de tantas citas y mensajes lo conseguiste y las tan esperadas palabras mágicas aparecieron:¿quieres venir a mi casa? Sin embargo, aún no debes cantar victoria porque el asunto se puede derrumbar en un instante. Aunque hayas traspasado la última frontera (la de la puerta de su dormitorio), uno de los siguientes mata pasiones puede llevarte a perder la guerra:

Mal olor.

Si llevas la misma ropa desde hace tres días y esta mañana olvidaste el pequeño detalle de ponerte desodorante, matarás no solo su deseo, también su bulbo olfatorio. Vigila tu higiene pero ojo, el exceso de perfume tampoco es lo ideal ya que puede marearle.

Ropa interior

Calcetines con hoyos, calzoncillos sin resorte y sujetadores aguados, pueden quemarle las pupilas. ¿Lo peor? Las manchas. El estado de tu ropa interior dice mucho de ti y si está descuidada grita «¡aléjate!»

Pausas para ir al baño.

Si sabes que necesitarás hacerlo, ve antes de empezar. Las pausas constantes bajan la temperatura así que evita cualquier tipo de interrupción incluidos: «voy a la farmacia» o «solo contesto este mensaje y ya».

Bla, bla, bla.

No es el momento ideal para contarle cómo fue tu día, preguntarle el nombre del protagonista de una película o narrarle el recuerdo de tu primera vez en la nieve. ¡No! Usa la boca para cosas más productivas que soltar al perico que llevas dentro.

Hablar de los padres.

«Mi madre también me daba besos en la cabeza» o frases por el estilo pueden hacer que literalmente salga corriendo. Los padres (propios y ajenos) son como la religión y la política de la cama. ¡Prohibidos!