Martín sabe que tenía que estar en el trabajo hace una hora pero no le importa. Su jefe está de vacaciones así que nadie notará si abre la tienda un poco más tarde. Juanjo y Pedro se fueron a las 5 AM, después de 12 horas de beber cerveza y jugar ese nuevo videojuego de guerra que los tiene locos. Cuando por fin se levanta de la cama, se pone sus viejos jeans, una camiseta y unos tenis. Sabe que el refrigerador está vacío (y descompuesto), así que toma un pedazo de la pizza de anoche, agarra su patineta y sale a la calle pensando en los preparativos de su fiesta de cumpleaños. La próxima semana cumplirá 38 años…
En 1904, los escenarios teatrales de Londres fueron cuna del nacimiento de Peter Pan, un personaje surgido de la pluma de J.M. Barrie, que además de ser el único niño que puede volar sin ayuda de un hada, es también uno que se niega a crecer. Tomando en cuenta esta característica, 80 años más tarde un psicólogo llamado Dan Kiley escribió«El síndrome de Peter Pan: hombres que nunca crecen», en el que describe a las personas que, como el habitante de Nunca Jamás, temen crecer y asumir las responsabilidades que llegan con la edad.
El síndrome de Peter Pan no está reconocido oficialmente como un padecimiento, sin embargo es un fenómeno cada vez más común. Por una parte, el aumento en la expectativa de vida ha provoca que se extiendan los diferentes periodos del desarrollo; por otra, los valores hedonistas que reinan hoy en día, promueven la individualidad, el egoísmo y la satisfacción del placer inmediato. Crecer no es tan divertido así que si podemos posponerlo, mejor.
Este temor a madurar se presenta más entre los hombres y se debe ainmadurez en aspectos emocionales, psicológicos, sociales y/osexuales. El miedo al compromiso, a envejecer, a fracasar, a ser un mal padre, etc., provocan una parálisis que se puede reflejar en ansiedad,inseguridad y poca asertividad.
Estos Peter Pan modernos pueden ser encantadores en un principio pero su personalidad inmadura no tarda en aflorar. Manipuladores y dependientes, desean que los demás satisfagan sus necesidades porque así no tendrán que hacerlo por ellos mismos. Aparentan ser felices y divertirse mucho, pero detrás de la pantalla hay mucha inseguridad. Suelen ser inestables laboral y emocionalmente y buscan relacionarse con personas más jóvenes para sentirse igual.
Es difícil ayudar a estas personas, especialmente si se niegan a aceptar que tienen un problema. Cuando logran tomar conciencia de ello, la terapia cognitivo conductual puede serles de gran ayuda para aprender a desarrollar mecanismos que les permitan ser autónomos.