Desde hace varios años, diversas organizaciones civiles han alzado la voz para pedir a los medios de comunicación y responsables de las campañas de publicidad, sustituir a las modelos extremadamente delgadas por mujeres con más curvas. Las razones detrás de estos reclamos son varias: evitar la promoción de cuerpos poco sanos o advertir sobre la potencial influencia que pueden representar en el desarrollo de trastornos de la alimentación como la anorexia o la bulimia.
Diversos estudios y experimentos han encontrado que las imágenes que recibimos a través de los medios de comunicación moldean el deber ser al que aspiramos. El efecto halo provoca que asumamos que las celebridades son personas exitosas y plenas (aunque sea todo lo contrario) y se vuelven el modelo a seguir de la sociedad. Esto es particularmente peligroso si la figura en cuestión no lleva un estilo de vida sano.
Uno de los trabajos más recientes sobre el tema se realizó en la Universidad de Durham en Reino Unido. Después de reclutar a un grupo de mujeres y mostrarles fotografías de diferentes mujeres (con diferente peso) encontraron que, después de ver repetidamente un solo tipo de cuerpo, las voluntarias mostraban preferencia por ese tipo aún cuando no fuera uno aspiracional. Es decir, la exposición continúa a una modelo, lo vuelve un deseo.
Este fenómeno, conocido como dieta visual, establece que consideramos atractivo aquello que vemos con regularidad. Como decía Hannibal Lecter en The Silence of the lambs: codiciamos lo que vemos todos los días.