Cuando de dietas se trata, la gran mayoría de las veces recurrimos a ellas por cuestiones de estética y no de salud. Perder esos kilos de más para lucir una figura envidiable en bikini o reducir un par de tallas. Difícilmente la motivación es reducir el riesgo de padecer hipertensión o diabetes aunque idealmente, debería.
En un mundo con 1400 millones de adultos con sobrepeso (según datos de la Organización Mundial de la Salud, 200 millones de hombres y 300 millones de mujeres, sufren obesidad), no es raro que las dietas sean tan populares. La obsesión por ellas ya recibe un nombre: trastorno del dieting. Este empeño en tener un cuerpo perfecto, impulsado por una sociedad que da gran valía a la apariencia física, provoca que miles de personas realicen una dieta tras otra, sin ningún control médico y entren en la espiral de las muy peligrosas, dietas milagro.
Si quieres perder peso, lo ideal es que busques ayuda de un nutricionista que te ayude a desarrollar un plan de alimentación personalizado y balanceado. Tal vez tienes un problema psicológico de fondo, que te ha llevado a desarrollar hábitos poco saludables, por lo que tampoco descartes la idea de una terapia psicológica. Lo verdaderamente importante es que cambies el chip y entiendas que tener un peso saludable es una cuestión de salud.
Las dietas milagrosas (esas que adelgazan mucho y muy rápido), pueden alterar tu bienestar general y tienden a ocasionar el efecto yo-yo. ¿Cómo detectarlas? Presta atención a estos puntos:
- Valen para todo el mundo, no se requiere adaptarlas para cada caso
- Contradice lo que postulan las comunidades médica y científica
- Si no sigues el régimen al pie de la letra, las consecuencias pueden ser terribles
- Garantizan resultados rápidos
- Es necesario comprar los productos que ofrece el que la desarrolló/promueve
Recuerda que tu bienestar es tu responsabilidad y si no te cuidas, nadie lo hará por ti.
Y a ti, ¿te obsesionan las dietas?