La amistad es uno de los afectos más puros que existen y cuando tenemos el privilegio de contar con un buen amigo lo mejor es cultivar y cuidar el lazo para que no se rompa. Sin embargo este tipo de relaciones son dinámicas y es posible que cambien con el tiempo. Los que ahora son tus mejores amigos tal vez en unos años no sean tan cercanos y es probable que su lugar sea ocupado  por personas que todavía no conoces. ¿Por qué? Porque es posible que evolucionen de forma diferente, que la vida los lleve por distintos caminos o que dejen de tener en común aquello que un día los unió.

En ocasiones las amistades simplemente se enfrían y en otras es necesario terminar con ellas, ¿cuándo? Cuando ya no están aportando algo positivo a tu vida. Plantéate si debes continuar con una amistad si:

Saca lo peor de ti.

Esa persona te incita a participar en actividades riesgosas o hace que aflore tu lado nocivo, si no te ayuda a crecer y ser mejor persona y por el contrario solo te hace tropezar.

Tu amig@ quiere una relación amorosa y tú no.

Cuando los sentimientos han comenzado a crecer, difícilmente se pueden ya controlar y si sabes que no quieres algo más con esa persona, lo ideal es terminar la amistad ya que es muy complicado separar los dos aspectos y si nunca podrán ofrecerse lo que quieren el uno del otro, es mejor no hacerse daño.

Das más de lo que recibes.

Las buenas amistades deben ser equilibradas y ambas partes deben procurar las necesidades del otro. Si notas que la balanza entre dar y recibir se inclina hacia un lado y la relación no te nutre, es momento de hacer una pausa y analizar la situación.

No guarda tus secretos.

Aceptémoslo, todos somos humanos y es posible que, por accidente, se nos escape una confesión que nos hayan hecho, pero si eso se vuelve constante, hay que tomarlo como un foco rojo. Las personas que están en tu círculo de confianza, deben ser eso, dignas de confianza y también tú debes  cuidar con recelo las confesiones que te hagan.