En los años 90, el canon masculino lo llevaban hombres que se cuidaban en exceso, delineaban sus cejas, depilaban su cuerpo, se teñían el pelo y usaban todo tipo de productos de belleza. El periodista Mark Simpson inventó un término para definirlo inspirándose en David Beckham: metrosexual.

Llegado el siglo XXI surgió un nuevo estándar que se contrapone con aquel.  Ahora los hombres no intentan ocultar su edad, no se disfrazan las canas, ni se cuidan en exceso…o por lo menos eso aparentan. Encarnado en personalidades como Hugh Laurie, George Clooney, Jon Hamm, Gerard Butler o Clive Owen, el prototipo del varón de ahora es el retrosexual.

Ellos se han vuelto los rostros de las grandes firmas cosméticas porque es un hecho que procuran su físico (pero ahora lo hacen con mesura). Como reza el dicho: ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre. La tendencia ahora es que el hombre parezca hombre. Eso es precisamente lo que, de forma no racional, las mujeres buscan en una pareja. En mi libro “Los Misterios del Amor y el Sexo” hablo sobre la atracción:

¿Qué atrae a las mujeres?

De manera inconsciente, las mujeres buscan rasgos de buena salud, aunque solo tengan en mente una noche de pasión. También buscan a alguien que sea fuerte, no solamente para que las proteja a ellas, sino a su descendencia, y así ésta tenga mayor probabilidad de sobrevivir. No debemos olvidar  que un recién nacido humano es mucho más inmaduro que los bebés del resto de las especies. La mujer se fija en rasgos que denotan fuerza, como la espalda ancha y un buen tono muscular. También se siente atraída por la cara, por ejemplo, los hombres con mayor testosterona tienen mandíbulas más cuadradas.