Las víctimas de violación con el método de «Sumisión Química» están aumentando. Son drogadas para que no puedan defenderse, negarse o simplemente huir. Con este artículo tratamos de sensibilizar sobre la posibilidad de demostrar este tipo de delito y evitar su impunidad.

Estas víctimas se ocultan por sentimientos de culpa  y vergüenza y el violador se ampara en la impunidad y comodidad de esta modalidad de abuso, ni siquiera tiene que luchar con su víctima y en algunos casos además, provoca la amnesia en sus víctimas.  Si al dolor e indefensión de la víctima le sumamos la impunidad del agresor, el daño psicológico es mayor.

Casi todos tenemos en mente al violador que fuerza a su víctima bajo amenazas, golpes e incluso apuntándola con un arma. Luego, si pensamos en cómo evitar que quede impune, pensamos en denuncia y pruebas, los restos biológicos y las señales físicas de la agresión demostrarán que la víctima ha sido violada.

El violador químico, no tiene que preocuparse por reducir o luchar con su víctima mientras la está violando, drogarla le garantiza que podrá hacer y deshacer a sus anchas. Lo tiene todo pensado y muy bien pensado. Puede que deje o no rastros biológicos pues puede ponerse un preservativo tranquilamente y en caso de dejarlos y ser alguien conocido, será tu palabra contra la suya, «fueron relaciones consentidas», dirá.

Pero se estrecha el cerco para este tipo de violador porque eso es lo que es, un violador, un delincuente sexual amparado en la impunidad. Las autoridades de varios países (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Francia) son muy conscientes del problema y en sus hospitales se actúa rápidamente mediante un protocolo que impide que desaparezcan las pruebas . En España, ante el aumento de casos, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, dependiente del Ministerio de Justicia, hizo público un documento con el protocolo a seguir en estos casos. Antes no sabían reaccionar ni en Hospitales ni en la Policía cuando acudía a ellos una víctima de estas características. Ya no. Demostrar que la víctima fue drogada es clave. Un análisis para encontrar huellas químicas en sangre y orina e incluso en el pelo (es donde más tiempo puede permanecer el rastro, incluso tres meses después) es el método. Algunas sustancias utilizadas desaparecen del organismo tras ocho horas, por tanto, hay que acudir con la mayor rapidez a un hospital y denunciar los hechos.