-Esta noche no puedo, voy con mi marido a una fiesta.

-¡Los acompaño!

-Lo siento, es solo para invitados. 

A simple vista, Carlos y María son una pareja común y corriente. Van juntos al súper, al cine, de vacaciones y cenan fuera de vez en cuando, la diferencia llega cuando se cierra la puerta de la alcoba. A ella le gusta mirar mientras su marido tiene sexo con otra y por ello acuden mensualmente a un club de parejas en su ciudad.

Como ellos, miles de parejas alrededor del mundo se reúnen en clubes, locales alquilados, hoteles o casas particulares, con la intención de relacionarse sexualmente con otras. El cine y la televisión los han intentado retratar y aunque para muchos suena a fantasía, es un estilo de vida real que siguen muchas personas (más de 4 millones tan solo en Estados Unidos, según datos del Instituto Kinsey). Son los famosos swingers o practicantes del intercambio de pareja.

Las actividades en que se involucran los swingers pueden ir de observara otras parejas (voyerismo) o a la propia teniendo sexo con alguien más, a tomar parte en prácticas sexuales con varias personas de manera simultánea. El deseo de tener sexo de forma más frecuente, la curiosidad, las ganas de experimentar, o como una forma de fortalecer la relación con la persona amada, son algunas de las razones que las personas dan para adherirse a este estilo de vida.

En el libro «El estilo de vida: una mirada a los ritos eróticos de los swingers», el periodista canadiense Terry Gould propone que el mundo swinger que conocemos actualmente, tiene sus orígenes entre los pilotos estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial y pronto se extendió a Europa y el resto del planeta. Con clubes y asociaciones en diversos sitios, además de comunidades online, podría pensarse que el mundo swinger carece de reglas pero generalmente sucede lo contrario. El uso del condón es obligatorio en muchas reuniones y un nosuele bastar para dejar claro que no hay interés.

Si las personas son mayores de edad y se involucran en actividades consensuadas en las que no se daña a los demás o a sí mismos, el mundo swinger es una opción válida. Eso sí, los que deciden experimentar en él deben estar conscientes que es probable que experimenten rechazo social (la monogamia es un valor muy apreciado en Occidente), y que los celos mal llevados pueden convertirse en un obstáculo. Es importante también que tengan en cuenta que el condón no ofrece protección frente a ciertas infecciones de transmisión sexual como el herpes o los virus del papiloma humano por lo que se vuelven más vulnerables si no extreman precauciones.

Y tú, ¿qué opinas del mundo swinger?