Y amando
A amar se aprende amando
Y amando
Y no aprendiste nada
Niña Pastori

No se si lo recordáis pero ya hace unos años, durante la presentación del libro de su hermana, la actriz mexicana Kate del Castillo dijo que no ha aprendido a amar a una pareja. Esa declaración lleva a cuestionamientos muy comunes: ¿El amor es cultural o biológico? ¿Aprendemos a amar o nacemos sabiendo?
Por supuesto que hay muchos tipos de amor y algunos son más instintivos que otros. El amor filial surge desde lo más básico. Proteger a las crías es natural en muchas especies. Una vez que nace su hijo, la mamá jirafa no se separa de él hasta que aprende a caminar para poder defenderse de los depredadores.


El amor a una pareja también tiene mucho de biología, por lo menos en un principio. El pensador francés André Maurois escribió «el amor físico es un instinto natural, como el hambre y la sed; pero la permanencia del amor no es un instinto«. La parte más instintiva del amor es el impulso sexual, este no discrimina. Si pasa frente a ti alguien que te parece atractivo, diriges tu mirada hacia esa persona porque básicamente buscas satisfacer un deseo: el sexual. Hasta aquí no hay mucho que aprender. Si esa atracción es mutua y tiene resultados positivos, puede ser que lleguemos al enamoramiento. Esta etapa también tiene mucho que ver con la naturaleza, ya que la química del cerebro cambia. Es por esta fase que es tan común el dicho «el amor te vuelve ciego«, ya que diferentes sustancias se liberan en el cerebro alterando nuestra percepción. Hasta aquí una vez más, la naturaleza sigue mandando.

No tenemos un control voluntario sobre las hormonas. Después del amor romántico llega el periodo del amor por apego. Además de los lazos emocionales, muchos motivos que nos llevan a permanecer junto a la pareja sí son aprendidos. Algunos comunes en muchas culturas occidentales: el establecimiento de compromisos a largo plazo, el respeto social que supone una relación duradera y el vincular el éxito a frases como «y vivieron felices para siempre«.  No nacemos sabiendo lo que es importante en nuestra sociedad, lo asimilamos con la convivencia. Una vez que lo conocemos, decidimos si lo ponemos en práctica o no.


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