Seguramente en el cajón de tu ropa interior hay varias y es muy probable que ahora mismo traigas una. Son sexis, prácticas y te ayudan a lucir perfecta en tus pantalones favoritos así que cómo no adorarlas. Pero (porque siempre hay un pero), no es buena idea usar tanga todo el tiempo. ¿Sabías que al hacerlo pones en riesgo tu salud?
Usamos ropa interior principalmente para proteger nuestros genitales del contacto y fricción con la tela de la ropa, y para que haya una barrera que no los exponga al medio ambiente. Pero si la prenda es muy pequeña, difícilmente cumplirá con esas funciones. Las tangas, especialmente las que no han sido fabricadas con un material que promueva la ventilación (como el algodón), pueden contribuir a la proliferación de bacterias que desencadenen infecciones vaginales o en vías urinarias, especialmente si eres propensa a padecerlas. Porque además, la cinta que va entre los glúteos se mueve cuando lo hacemos nosotras y facilita el tránsito de microorganismos a través de la zona del perineo, lo que altera el pH y la fauna de tu vagina.
Lo ideal es que reserves las tangas para ocasiones especiales y sobre todo, que te olvides de ellas durante tu periodo y cuando hagas ejercicio. La humedad, producto del sudor por el aumento de la temperatura corporal tras el esfuerzo físico, y la fricción debida al movimiento rápido y repetido, crean el ambiente idóneo para la reproducción de bacterias.
Si lo que has leído hasta ahora te ha invitado a reflexionar pero aún no te decides del todo, quizá esta razón te baste: la ropa interior de la abuela está de moda. De acuerdo a datos de la empresa de investigación de mercado NPD Group, la venta de tangas en Estados Unidos cayó un 7% el año pasado mientras que la de calzones bombachos creció en un 17%.