Además de los aparatos electrónicos, el olor a nuevo de algunos productos como pueden ser los coches y los libros nos atrae de una manera peculiar. Seguro que recuerdas ese olor al empezar el colegio o cuando abrías tus regalos cuando eras un niño. ¿Recuerdas ese olor verdad? Igual te parece una locura pero esta fascinación por el olor a nuevo ha llegado hasta la creación de sprays que imitan esa fragancia, que son los que aplican, por ejemplo, en los coches de alquiler. A pesar de lo que pensemos, este aroma no es muy agradable en términos generales ya que se trata de una combinación de olores que desprenden los plásticos, el pegamento, el cartón o la tinta, entre otros. Pero el por qué nos gusta va un poco más allá. Nos gusta el olor a nuevo porque lo asociamos mentalmente con una experiencia generalmente placentera. El 80% de nuestras compras tienen razones emocionales. Estudios recientes concluyen que la decisión de comprar se lleva a cabo en el sistema límbico, que es el encargado de las respuestas fisiológicas frente a los estímulos emocionales. Muchas veces adquirimos cosas para buscar el reconocimiento de los demás o para pertenecer a cierto grupo. El poder comprar algo que anhelamos provoca que nos sintamos más «realizados«.
La relación con el olfato
Lo que olemos influye en el 75% de nuestras emociones cotidianas. Quizá no lo sabías pero los seres humanos podemos distinguir entre 2 mil y 4 mil olores diferentes. Aunque muchas veces pensamos que la vista y el oído son los sentidos más importantes, lo cierto es que el del olfato es el más sensible de todos. Los datos no mienten, mientras que solo recordamos el 5% de lo que vemos y el 2% de lo que escuchamos, en la memoria se guarda el 35% de lo que olemos.