Cuando el amor y la pasión controlan nuestros pensamientos y acciones es difícil mantenerse frío para tomar decisiones objetivamente sobre nuestra pareja. Se pueden subestimar las posibles dificultades, se esperan cosas que finalmente no pasan y al final nos sentimos decepcionados. ¿Qué ha pasado? Que en ese estado de semi euforia o euforia completa las parejas pueden presuponer un montón de cosas en nombre del Amor… ¡Error!
¿Cómo disminuir la posibilidad de equivocarnos? Hay que sentarse a hablar y poner las cartas encima de la mesa sobre lo que cada uno espera. Sobre todo en las principales cuestiones que causan conflicto:
- Espacio: El paso de vivir solo a compartir, ¡es duro!. Que se conviva no significa que se renuncie a la intimidad de cada uno, si acabas teniendo que irte de la casa para sentirte a gusto ¡ojo, te han invadido!. Hablar y llegar a acuerdos sobre cosas como la decoración, el rinconcito sagrado de cada uno o el uso de los espacios y lo que significa el orden para cada uno. Ambos tendréis que ceder.
- Tiempo: Un miembro de la pareja no puede disponer del tiempo del otro, si se dedica a amigos, familia, hobbies es cosa de cada uno y si se quiere que sea compartido hay que hablarlo, no dar por sentado que el otro tiene que hacer lo que uno quiera. No considerar el tiempo del otro aunque sea para hacerle esperar es una falta de respeto.
- Dinero: Contrariamente a lo que muchos creen, hay a quien le ruboriza más hablar de dinero que de preferencias sexuales, pero la falta de trasparencia con el dinero es una de las principales fuentes de problemas. Hay que sentarse, aclarar qué expectativas se tienen y acordar cómo se quiere llevar este tema.
- Familia: Sí, hasta ahora la teníais «quitada de en medio», claro, vuestra intimidad era sagrada. Pues sigue siéndolo y como tarde o temprano hará acto de presencia, establecer los límites desde el principio.
- Dirección de la relación: El por qué está claro, ¡nos amamos! pero el para qué no suele contemplarse, aseguraros de que vais en la misma dirección y así, cuando vengan los cambios o grandes decisiones no habrá sorpresas. Por ejemplo, el tener hijos o no, si desde el minuto cero tienes claro que nunca, es mejor que se lo dejes claro a la otra persona para que tome una decisión antes de que sea tarde.