Las alergias típicas de la temporada y el aumento en la propensión a padecer enfermedades respiratorias, hacen del invierno una estación en la que estornudamos más de lo normal. ¡Maldito estornudo! Este acto reflejo ha fascinado a los científicos de todos los tiempos ya que es también uno de los mecanismos de defensa del cuerpo mejor diseñados.

Los estornudos son explosiones súbitas e involuntarias de aire a través de la boca y la nariz. Son causados por la irritación de las membranas mucosas de nariz y garganta. Cuando las células nerviosas que se encuentran en la punta de la nariz detectan la presencia de un elemento extraño. Estas envían un mensaje al bulbo raquídeo, lugar en el que comienza el proceso del estornudo, en el que también se involucran pecho, abdomen y faringe. Algunas investigaciones sugieren que estornudar provoca la liberación de endorfinas y por ello resulta placentero para varias personas.

Las mediciones realizadas estiman que los estornudos salen del cuerpo a más de 150 kilómetros por hora. La velocidad y su cualidad de acto de defensa, hacen que sea prácticamente imposible estornudar con los ojos abiertos. Algunos suponen que la orden cerebral de contraer los músculos también aplica a los párpados mientras otros creen que la reacción natural del cuerpo ante la posible amenaza también busca la protección de los ojos.

Cuando ha comenzado el proceso de estornudar, lo mejor es dejar que culmine y que el estornudo fluya. Bloquear un estornudo podría provocar:

  • Daños al diafragma
  • El rompimiento de vasos sanguíneos en los ojos causando un derrame
  • Daños auditivos como vertido o pérdida de la audición por el rompimiento del tambor
  • Debilitamiento de los vasos sanguíneos cerebrales y su posible ruptura por la elevación momentánea de la presión sanguínea

Se cree que fue durante la Edad Media cuando se comenzó a desearbendiciones a las personas después de estornudar (God bless you en inglés, Jesús te ayude o Salud en castellano), ya que se creía que el alma podría abandonar el cuerpo durante la expulsión. Esta idea alimentó un mito que se ha comprobado es falsoel corazón se para cuando estornudamos. Esta aseveración no tiene sustento y está comprobado que el corazón no deja de latir por más fuerte que sea el estornudo.