Si conociéramos mejor nuestra parte instintiva, si aceptáramos mejor el animal que llevamos dentro, seriamos más felices, sobre todo, en la cama. La extrema racionalización a la que llevamos la sexualidad hace, cada vez, más difícil disfrutar nuestra sexualidad.
En las mujeres el ansia por deshacerse del olor de sus genitales, sustituyéndolo con aromas de rosas silvestres y la obsesión por parecer perfectas desplaza la atención que deberíamos dar al galán a la lonjita que solo NOSOTRAS vemos.
Los hombres también sufren por ese exceso de racionalización y se presionan por durar horas… Sí ¡horas! También piensan que para ser un buen amante tienen que demostrar a su galancita todas las posturas sexuales tipo Circus du Soleil. Esto no solo deja agotada a su pareja pero ellos acaban viendo el sexo como una obligación que les genera ansiedad ante la posibilidad de no poder “cumplir”.
La realidad es que en el estado de naturaleza el hombre tardaba bastante menos de cuatro minutos en eyacular.La eyaculación tenía que ser rápida, ya que la posición en la que quedaba mientras penetraba a la hembra le dejaba vulnerable a ser atacado por otros animales. No estoy diciendo que no intentes durar un poquito más para adaptarse a las necesidades de tu pareja. Pero no olvidemos que la mujer biológicamente está diseñada para tardar más en alcanzar el orgasmo que el hombre.
Ambos deben de hacer el esfuerzo de sincronizarse pero al igual que no tienes que acabar de comer al mismo tiempo que tu pareja para disfrutar una deliciosa comida, tampoco tienes que llegar al orgasmo a la vez, esto no es natación sincronizada. Relájate, disfruta estaciona tu parte racional por un ratito y déjate llevar por el animal que llevas.