Primer paso

Utilicé la técnica de coqueteo llamada “cazador cazado”. O “cazador casado”, si la relación llega a durar más de seis meses. Primero pasé por delante de él para que me viera y que él pensara que me había descubierto a mí, y no lo contrario. Tuve que pasar varias veces porque una chava con todo el look de modelo no paraba de pavonearse delante. A la cuarta vez que fui al baño (alguien hubiera pensado que tengo problemas de vejiga), noté que su mirada me seguía a través de todo mi recorrido, ¡lo conseguí! Saliendo del baño me coloqué en un sitio estratégico de tal manera que pudiera verme. Con el primer hombre que se me acercó empecé a hablar, como no se me ocurría nada, decidí inventarme las viejas líneas de: “Te veo en todas las fiestas y nunca nos hemos saludado.” Esa siempre funciona, menos en esta ocasión. Me dijo: “Qué raro, porque es mi primera vez en México D.F.” “Pues tendrás un clon tuyo, porque a mí no se me olvida una cara así. Voy por algo de beber, ¿tú qué quieres?” Él me dijo: “Una chela” y fui hacia la barra. Aproveché para pasar nuevamente frente a él, y en ese momento cruzar la primera mirada: le sonreí y… ¡él también! “Vamos bien”, me dije.

Segundo paso

Una vez que acabé la conversación con mi nuevo amigo, Pedro se acercó a mí. Jugamos al juego me tienes, no me tienes. Hablábamos un rato y yo me iba a hablar con otra persona. Le decía: “Un segundo, ahora vuelvo”, aproveché para agarrarle el brazo de una manera cariñosa pero nada pegajosa. “Dios mío –me dije– qué brazo”. Las columna del panteón son palillos chinos en comparación con esas mazas… mmm… ¿el panteón tiene columnas, no? Al final de la noche le dije: “¿Y después qué toca?”. Él dijo: “Cama.” “¡Guauuu!” –me dije– vas demasiado rápido, pequeño saltamontes.” Lo que más me hubiera apetecido esa noche era irme con él, pero sabía que si me arriesgaba podían pasar dos cosas; una: que tuviéramos una noche loca y luego si te he visto no me acuerdo; y, dos: que tuviéramos una noche loca y se enamorara de mí. No estaba preparada para arriesgar en la primera opción, tengo mucho qué ofrecer y cuanto más me conociera, creo que le gustaría más. “¿Cómo que cama?”, le pregunté de una manera muy coqueta. “Sí –me dijo– mañana tenemos tocada y no quiero quemarme la voz”. Uff, qué cántaro de agua fría me acababa de caer.

La clave si quieres aprender a coquetear es no tomarte las cosas tan en serio, de lo contrario no serás espontánea y no mostrarás lo mejor de ti.  Por último si te gusta alguien de verdad no tengas prisa.. dale tiempo a conocerte mejor.

Este pequeño texto es parte del libro «Pregúntale a Silvia los secretos de Eva«.  Espero que te haya gustado.