El cuerpo humano es una máquina maravillosa que asombra a los investigadores. Las diferentes piezas que lo integran, suelen cumplir una función necesaria para un desarrollo saludable. Hay científicos que creen que hay partes inútiles, los llamados vestigios de la evolución, y hay otros que piensan que cada uno de los componentes del organismo son esenciales. Lo cierto es que hay algunos que son más necesarios que otros.

Las amígdalas, la vesícula, el bazo y el apéndice, son partes de las que podemos prescindir y a pesar de ello, tener una muy buena calidad de vida. Es posible también, vivir con solo un riñón, una parte del hígado o la mitad de un pulmón. En estos casos es común vivir con algunas limitaciones, pero hacerlo durante muchos años.

Algunos evolucionistas sugieren que el apéndice fue necesario para la supervivencia de nuestros antepasados, que se alimentaban principalmente de plantas. Muchos mamíferos tienen grandes apéndices albergan bacterias que ayudan a descomponer las paredes de las células vegetales. Hoy en día, el apéndice ayuda a defender la zona de infecciones, pero pasa poco si nos lo extirpan. Existen también partes de nuestro cuerpo que cumplen una función durante determinado periodo y después se atrofian. Lo peor es que muchas veces solo volvemos a saber de ellas cuando hay que extirparlas porque están causando una molestia. Algunas son:

Adenoides.

Defienden a las vías respiratorias superiores. Crecen durante los primeros años pero en la pubertad dejan de hacerlo. Cuando continúan creciendo, es necesario extirparlas.

Amígdalas. 

Masas de tejido linfoide, localizadas en la parte posterior de la garganta. Cumplen una función similar a la de los adenoides: defensa. Crecen durante los primeros años (hasta los 7) y después se atrofian.

Bazo.

Colabora en la destrucción de los glóbulos rojos viejos y como las anteriores, sirve como escudo contra las infecciones.  Durante la gestación es un importante productor de eritrocitos pero esa función desaparece durante la vida adulta.

Timo.

Desde la duodécima semana de gestación, hasta la pubertad, cumple un papel importante en el sistema inmunitario y en la maduración del sistema límbico, pero después comienza a debilitarse.

Y tú, ¿vives sin alguna parte del cuerpo?