Vale. A estas alturas de la película ya no nos impresiona el Príncipe Azul, ya, sí, lo tenemos superado, ¡príncipes a mi!. Pero un día llega ese chavo por el que perdemos la chaveta y resulta que esa fantasía estaba ahí, enterrada, agazapada, esperando un momento de debilidad para, ¡Zas¡, salir a flote y poner a prueba hasta donde puede llegar nuestra imaginación en estado de enamoramiento.
Peligroso, muy peligroso.
Tanto si piensas que necesitas ser rescatada como que tienes que salvarlo (ya sabes, de una maldición para que pueda desvelarse su lado principesco), cuidado, ¡estás pasando al lado azul!
Hay que estar preparada antes de que llegue ese momento de enajenación mental, si llegamos a él sin cursillo anti príncipes puede ser tarde.
Si es tu imaginación la que le cuelga el cartel de príncipe, revisa pensamientos irracionales, estás en riesgo de batacazo si crees que:
- Tu felicidad no depende de ti (hace falta que llegue esa persona especial)
- Es necesario tener pareja para ser feliz
- Eres poco observadora y te dejas llevar por la intensidad del momento
- Romántico es sinónimo de excelencia
Si es el Príncipe el que se presenta con el cartel de susodicho, ¡cuidado! puede ser un manipulador tipificado que se disfraza de Príncipe para seducir a sus víctimas. Aprende a detectarlo y neutralízalo:
- Inundación de detalles, halagos y promesas; Si acaba de llegar a tu vida y estás enterrada en flores, bombones, poemas y demás, mantén la cabeza fría y desconfía. ¿Promete? … ¡a ver qué hace!
- Todos los efectos especiales que lo acompañan te impiden conocerlo de verdad. Ponlo a prueba; Llévale la contraria o no cedas a sus deseos. Si reacciona retirando los efectos especiales y además intentando que te sientas culpable, ¡lo pillaste, devuélvelo a la tienda porque este es solo el comienzo de sus técnicas de manipulación! No caigas en la trampa.