Seguro que más de una vez has escudriñado tu cerebro para encontrar el recuerdo más lejano. Quizá te has sorprendido a ti mismo preguntándote si ese recuerdo es realmente tuyo o a base de escuchar la anécdota una y otra vez lo has convertido en «recuerdo«. Y también habrás tenido la típica discusión sobre si es o no posible que recuerdes aquello que sucedió a tus dos años.


La memoria en la infancia es mayor de lo que creemos. Lo que ocurre es que miramos la cuestión con ojos adultos y memorias, hay muchas. Por ejemplo, a la semana de edad hay cierto grado de memoria, la «memoria de reconocimiento visual» o recordar algo que se ha visto previamente. Eso, es memoria. No recordar el canto a capella de tu tía en el bautizo… ¡sin duda puede ser instinto de supervivencia!
Es entre los 2 y 5 años cuando la memoria se perfecciona de forma considerable. No es lo mismo reconocer información que recuperar información, pero ambas cosas, son memoria:

  • Reconocer es identificar aquello que te resulta familiar
  • Recuperar es evocar algo de la memoria cuando no puede ser visto

Pues bien, según los estudios de Myers y Perlmutter de finales de los 70, los niños de 4 años:

  • Reconocen alrededor del 92% de lo que han visto
  • Recuperan alrededor del 35%

El desarrollo neurológico e intelectual hace que su capacidad de memoria mejore y aumente. Aunque ellos mismos irán desarrollando estrategias para recordar como son repetir, agrupar o fraccionar, merece la pena tener en cuenta que nosotros también podemos enseñarles este tipo de estrategias.
Un reciente estudio realizado por científicos canadienses sobre memoria infantil, concluye que la razón de no recordar los primeros años de nuestra vida, se debe a los altos niveles de producción neuronal durante esa época. Según Paul Frankland y Sheena Josselyn, la formación de nuevas neuronas aumenta la capacidad para recordar, pero también limpia la mente de viejos recuerdos. La capacidad de recordar disminuye pues, cuando aumenta la formación de nuevas neuronas. “Antes de cumplir los cuatro o cinco años, tenemos un hipocampo muy dinámico, que no puede acumular información de forma estable”, afirman los investigadores. En resumen, hay un momento en que nuestro cerebro limpia datos para aumentar su capacidad.


Pero a veces, un olor o sabor o estímulo inesperado, ¡zas!, trae a tu memoria uno de esos recuerdos clasificados como «borrados» pero que simplemente estaba muy bien guardado en alguna carpeta de tu memoria. ¿Te ha ocurrido? Mira este video.