La cerveza es una de las bebidas más populares del mundo y lleva siéndolo desde hace muchos, muchos años. Hay evidencia que señala que ya en la antigua Mesopotamia el hombre disfrutaba de esta bebida, a la que se le han dedicado festivales y deidades.

Los hombres son los principales consumidores de cerveza. Según una encuesta de Gallup, de entre la población que consume alcohol en Estados Unidos, el 54% de los varones la considera su bebida favorita frente a solo el 27% de las chicas. Lo curioso es que históricamente ha estado más asociada a lo femenino. La producción de la cerveza estuvo a cargo de las mujeres durante varios siglos e incluso las deidades asociadas a esta bebida eran de sexo femenino (Tenenet en Egipto, Ninkasi en Sumeria, Mbaba Mwana Waresa en Sudáfrica).

Entre los países en los que más se consume cerveza destacan China, Rusia, México, Brasil, Polonia, Japón y Estados Unidos. En este último, tan solo en 2009 se vendieron más de 205 millones de barriles de cerveza. Precisamente en Estados Unidos, investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana decidieron estudiar el efecto del sabor de la cerveza en el cerebro.

Para concretar el experimento, reclutaron a un grupo de jóvenes voluntarios, a los que realizaron tomografías del cerebro mientras rociaron agua, bebida deportiva y cerveza en sus bocas. ¿El resultado? El gusto de la cerveza provocó que en el área del estrato ventral se liberara dopamina, neurotransmisor encargado de regular la recompensa y el placer.

El estudio se une a otros que han demostrado que la liberación de los neurotransmisores comienza desde que anticipamos las situaciones. Sucede algo similar frente a la ingesta de otras drogas y el deseo sexual. Lo que quizá es más relevante, es que los voluntarios que tenían parientes diagnosticados con alcoholismo, mostraron niveles más altos de dopamina lo que podría reforzar la idea de un componente genético en la adicción.

¿Te gusta el sabor de la cerveza?