La leche materna es el mejor alimento que un recién nacido puede recibir. Los niños que se alimentan con ella suelen desarrollarse mejor, contraer menos enfermedades y estar mejor nutridos. Las mujeres que amamantan tienen menos posibilidades de desarrollar cáncer de ovarios y de pecho. Además, ambos se ven beneficiados emocionalmente ya que la lactancia fortalece el vínculo afectivo entre madre e hijo.

Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF), si todos los niños fueran alimentados exclusivamente con leche materna desde el nacimiento hasta los 6 meses, sería posible salvar 1.5 millones de vidas cada año. Los recién nacidos deben empezar a mamar en la primera media hora de vida para estimular la producción de leche en la madre y evitarle así hemorragias después del parto. El calostro, esa primera leche, los ayuda a protegerse de infecciones comunes y a limpiar el intestino.

A partir de los 6 meses, la nutrición del niño debe complementarse con otros alimentos y líquidos. Lo ideal es que la lactancia se prolongue hasta los dos años de vida ya que los ácidos grasos contenidos en la leche materna, ayudan a mejorar el desarrollo del sistema nervioso, el que se completa a esa edad. No es raro que las abuelas y las amigas den consejos a la madre lactante, sin embargo, muchos están basados en mitos que nada tienen de verdad. Aquí algunos de ellos:

«Evita los espárragos y el ajo.»

Falso. Si bien es cierto que hay alimentos que alteran el sabor de la leche, esto no es percibido por el bebé y no provoca que la rechace.

«Limita el consumo de legumbres y verduras.»

Es mentira que la alimentación de la madre provoque gases en la leche o en el niño por lo que puedes consumir todas las verduras y frutas que desees.

«Consume leche y productos lácteos para producir más leche.»

Falso. La producción es independiente de la cantidad o calidad de alimentos que consuma la madre. La única regla de oro es: a mayor succión, mayor producción.