Los niños son los seres más vulnerables a que la toxicidad de los adultos les afecte y después de los padres, los profesores pueden afectar mucho en su desarrollo como adultos felices. Pensar que todos los profesores por el mero hecho de serlo, son todos personas maduras con suficientes conocimientos pedagógicos y responsables, es mucho suponer. Hay que demostrarlo. Los niños son esponjas y en los primeros años de su vida tienden a aprender muchas cosas copiando a los adultos. Si tu hijo de repente actúa de una manera distinta o antisocial, lo está copiando de alguien y muchas veces es de los profesores.
Lleve a mi hija a la guardería justo el año anterior de empezar el colegio pues pensaba que así no sería tan brusco el cambio. Era una niña obediente pero con carácter, quería intentar hacer las cosas por si misma, curiosa, cariñosa y deseosa de agradarnos con sus risas. Un día cenando los tres, su padre hacía el payaso y le dije que se acabara la sopa. Ella sonrió y me dijo déjame a mi mami; se levanto de la silla, le dio un manotazo en la cabeza y le grito, «¡que comas!» y se sentó mirándome orgullosa de lo que sabía hacer. Su padre y yo nos quedamos con la boca abierta. «¡¿Pero qué haces?!» le dije. «Pues decirle que coma» decía convencida. Entonces le pregunte dónde había visto hacer eso porque se me encendieron todas las luces y efectivamente me dijo, «es lo que hace mi profe en el comedor de la guarde.
No bajes la guardia nunca, porque aunque se viva más tranquilo confiando, es necesario estar al tanto siempre de los encargados de ayudarnos con la educación de nuestros hijos.
Un ejercicio que funciona muy bien es jugar a los profesores y los alumnos donde los padres hacen de alumnos y los hijos de profesores.
Inventa una historia de un día de clase, crea todas las situaciones para que tu hijo responda como respondería la profesora. Luego le preguntas ¿tú profesora del cole también hace eso? Ahí vas a tener un repertorio de las conductas de su profesora, si ves que actúa agresivamente, despectivamente o invade mucho los espacios físicos.
Es un fragmento de mi libro Detox Emocional.