Si alguna vez has ido a un nutricionista para empezar una dieta seguramente recuerdas que una de las primeras cosas que restringió o eliminó de tu dieta fueron las bebidas alcohólicas. Sí, el alcohol engorda y mucho pero, ¿por qué?
La explicación es bastante sencilla. El cuerpo no puede almacenar el alcohol así que comienza a metabolizarlo de inmediato. Esto interrumpe el proceso metabólico de azúcares y grasas que entonces empiezan a almacenarse. Además, como el alcohol deshidrata y el agua es necesaria para las reacciones químicas del organismo, el metabolismo se hace aún más lento. Por si fuera poco, las calorías que aporta (7 por cada gramo), son vacías, es decir, no proporcionan ningún nutriente, lo que favorece el aumento de peso.
Hay otros factores que hacen al alcohol enemigo de las básculas. Uno de ellos son los mezcladores ya que solemos usar ser bebidas azucaradas como jugos o gaseosas, lo que aumenta significativamente el aporte calórico. Otro factor es que el consumo de bebidas alcohólicas aumenta el apetito y disminuye nuestra capacidad de juicio lo que nos lleva a comer de más y elegir alimentos poco saludables.
Para que te des una idea de las calorías que aportan algunas bebidas aquí te van algunos comparativos:
- Una pinta de cerveza equivale a una rebanada de pizza
- Una piña colada a una dona
- Una copa de vino a una rebanada de pastel
Beber una copa de vez en cuando no es perjudicial, el problema surge cuando abusamos del alcohol o bebemos de forma habitual. Si no quieres que el alcohol acabe con tu cinturón, estos tips te pueden ayudar:
- Si eres hombre no bebas más de dos copas al día y si eres mujer no más de una.
- Mezcla tus bebidas con agua mineral o tónica;
- Bebe un vaso con agua por cada copa.