El aroma de las sábanas limpias, las cortinas que producen una oscuridad total, las paredes anchas que aíslan los ruidos y la fuente de dopamina que se desborda en el cerebro cuando estamos en un lugar que no nos es familiar, hacen de un cuarto de hotel el escenario perfecto para el sexo.  Según resultados de una encuesta de Priceline.com en la que participaron más de 1000 personas, el 82% aseguró que el deseo sexual era mayor en un hotel que en su propia casa. Sí, nos atrae la idea de un encuentro íntimo en un cuarto de alquiler y no son pocas las razones para ello. Revisemos algunas:

Libertad.

Aquí no hay vecinos conocidos ni apariencias que guardar. Los decibeles y la experimentación encuentran un buen terreno para florecer y podemos dejar volar la imaginación y la pasión.

Privacidad.

Basta con colocar el letrero de No molestar y apagar el móvil para que tú y tu pareja se aíslen del mundo. Las distracciones quedan fuera y al menos por unas horas, son dueños del ambiente.

Servicio a la habitación

No hay que ir a buscar comida a la cocina ni preocuparse por los platos sucios. Basta con levantar el teléfono para ordenar lo que les apetezca.

Por fortuna o por desgracia, no podemos darnos el lujo de pagar una habitación de hotel muy a menudo por lo que hay que aprovechar la oportunidad cuando se presente. Además, si se volviera algo rutinario, perdería el factor novedoso y con ello parte de su encanto.