Si hay una situación que a cualquier padre de un pequeño desespere es cuando el niño comienza a llorar, patalear, gritar, hacer rabietas y mostrar todas las características de un berrinche. Más o menos a partir de los dos años, es cuando los infantes encuentran en esta vía, la forma de mostrar su inconformidad ante los límites pero, si hace del berrinche un hábito, ¿debe diagnosticársele un trastorno? 

Según la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) sí. Será hasta mayo cuando los integrantes de este colectivo publiquen la nueva edición de su manual (DSM) pero muchas de las modificaciones que harán ya han comenzado a causar polémica, una de ellas la inclusión del Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo con el que se diagnosticará a los niños que presentan episodios frecuentes de irritabilidad y arrebatos de conducta 3 o más veces a la semana durante por lo menos un año.

Los voceros de la APA aseguran que la inclusión de esta condición es para evitar que los niños sean diagnosticados con trastorno bipolar y se les aconseje seguir un tratamiento con fármacos muy potentes. Los detractores sospechan que se trata de una medida para favorecer a la industria de los medicamentos y que no tardarán en aparecer drogas indicadas para este padecimiento.

Aunque esta nueva condición parezca un tanto exagerada, lo cierto es que sí hay que actuar ante los berrinches, especialmente para que los niños comprendan que ese no es el camino ideal para mostrar su enojo y aprendan a desarrollar tolerancia a la frustración. Lo más importante entonces es no ceder ante las demandas del niño (por más desesperante que sea la situación) y seguir algunas estrategias:

  • Ambos padres deben actuar de la misma forma y apoyarse uno al otro en la decisión tomada.
  • Ignorarlo, mantener la calma y no caer en su juego respondiendo también a gritos o agresiones le mostrará que no funciona.
  • Hablar con el niño (una vez que el berrinche ceda) y enseñarle que existen otros medios para alcanzar sus objetivos (el diálogo por ejemplo).
  • Reconocer y premiar (con un beso o una caricia) las actitudes positivas.

Y tú, ¿tienes un berrinchudo en casa?